10 mayo 2024

Reseña: Tengo un volcán, Miriam Tirado

Tengo un volcán
, Miriam Tirado
Ilustrador: Joan Turu
Editorial: Carambuco
28 páginas

Alba no lo sabía, pero tiene un volcán en su interior, más o menos entre el ombligo y las costillas. A veces, el volcán se enciende y explota. Entonces el fuego lo quema todo y Alba sufre y se asusta, todo a la vez. Pero una noche una pequeña hada le explica qué puede hacer cuando se enfada, un truco que la llevará a descubrir sensaciones inesperadas.


Tuvimos una temporada este libro, nos lo prestó una amiga. Quería un cuento sobre la gestión de la rabia y le había echado el ojo a este. Me parece un libro muy interesante y útil que te ofrece recursos para ayudar a los pequeños a gestionar ese volcán que todos tenemos dentro y que entra en erupción cuando nos enfadamos. Mi hijo tiene tres años, estamos en plena etapa de rabietas y, aunque él no tiene apenas, sí que tiene dificultades para gestionar la rabia. Habíamos probado con la respiración, claro, pero me parece que leer este cuento es un acierto para que entienda el recurso a través de una historia y de una niña (y su padre), que a veces siente lo mismo que él.

Últimamente usamos mucho los cuentos para ayudar con ciertos aspectos de la infancia. Lo hemos hecho siempre, pero ahora más. Tengo un volcán me ha gustado a mí por la explicación de la importancia de respirar cuando estamos alterados y le ha gustado a él por esa hadita tan graciosa y porque ha visto que la rabia es un volcán que puede hacer daño a los demás, y a nosotros mismos, y que podemos apaciguar respirando. Las ilustraciones son muy simpáticas y me ha gustado que en el cuento no solo sea la pequeña la que tiene el volcán, sino también su padre, que se enfada con una situación tan habitual para todos los padres como insistir en que el niño se levante, desayune, se vista porque hay que ir al cole. ¿Quién no ha vivido el estrés de ese momento matutino? Ya hemos devuelto el libro, pero el mensaje ha calado y seguimos nombrando el volcán en momentos de rabia. No es un recurso milagroso, en casa cuesta, porque en el momento de enfado es difícil hacer caso y ponerse a respirar, pero seguimos con ello.

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