Ilustradora: Joelle Dreidemy
Traductora: Montserrat Alberte
Editorial: Beascoa
32 páginas
En casa del viejo lobo hambriento siempre hay para cenar una miserable sopa de verduras. Pero una noche llaman a la puerta de su pequeña cabaña y resulta ser ni más ni menos que una pobre ovejita que se ha perdido.
El lobo, entonces, empieza a pensar que esa noche va a poder llenarse el estómago con un delicioso estofado... Pero la ovejita no quiere ser la cena del lobo, ¡quiere ser su amiga!
Este es un cuento muy conocido, tiene varias continuaciones, y yo tenía muchas ganas de tenerlo en casa. Cuál fue mi sorpresa que, sin tenerlo nosotros, mi hijo prácticamente se lo sabía, y es que se lo han contado varias veces en el cole y en algún cuentacuentos al que hemos ido. Incluso conoce historias posteriores. Pero hoy quiero hablaros de esta, la primera de una serie: La ovejita que vino a cenar.
Un lobo tiene hambre, mucha hambre, y de pronto, qué suerte la suya, una ovejita llama a su puerta pidiendo refugio del mal tiempo. La deja entrar, se le hace la boca agua, qué buen estofado va a prepararse con ella, pero... resulta que la ovejita es adorable, que tiene frío, que necesita ayuda y que confía plenamente en el lobo. Este no para de pensar en excusas para atrasar el momento de hincarle el diente y, al final, acaba encariñándose de ella. ¿Se la comerá?
Qué cuento más bonito y tierno, también con un toque divertido por toda esa indecisión del lobo. Me ha gustado mucho la historia, me ha gustado el valor de amistad que transmite, de cuidar a los que lo necesitan, de ayudar a los demás. Las imágenes, además, son adorables, ¿quién podría comerse a esa ovejita tan desvalida? Dan ganas de achucharla. A mi hijo también le ha gustado mucho la historia y ya está pidiendo los siguientes libros, los apuntaremos para próximos posibles regalos.
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